Venezuela ante la crisis internacional del capitalismo. La revolución en el momento decisivo (II)

Introducción 

La crisis internacional del capitalismo, tal como explicamos los marxistas que ocurriría, ya está afectando a Venezuela y lo hará aún más duramente en el próximo período.  Esto marcará un antes y un después en el desarrollo de la revolución.

La primera consecuencia de la crisis será romper en mil pedazos la idea reformista según la cual resulta posible transformar gradualmente la sociedad, mejorar las condiciones de vida de las masas y seguir manteniendo al mismo tiempo los bancos, las principales empresas y la mayor parte de la tierra en manos capitalistas. En definitiva mantener las relaciones de producción capitalistas intactas.

Los empresarios y los burócratas están intentando cargar el peso de la crisis sobre los hombros de los trabajadores y el pueblo. Pero el movimiento obrero y los sectores populares, la base social de la revolución, nunca aceptarán esto sin lucha. Ello incrementará aún más las contradicciones internas entre reformistas y revolucionarios que ya existen en el movimiento bolivariano.

La revolución no ha sido completada. Han existido avances sociales importantes en toda una serie de terrenos, como por ejemplo: El desempleo que en 1999 era de 10,6% de la población activa disminuyo al 6,1% en el 2008; también ha disminuido los ocupados en el sector informal ( de 52,4% en 1999 a 43,3% en 2008) y crecido el sector formal del trabajo( de 47,6% a 56,7%) esto mejora la calidad del empleo, la pobreza ha decrecido de 54,1% de personas en 1997 a 31,5% en 2008 y la extrema pobreza de 23,4% en 1997 hasta 9,1% de personas en 2008. Además los beneficios de la Misión Barrio Adentro, que ha permitido una asistencia médica primaria a la población más pobre y la gratuidad de todo el nuevo sistema de salud en construcción aun. La red Mercal y PDVAL han contribuido a que mas del 65% de los hogares más pobres, más de 4 millones de hogares reciban alimentos a precios inferiores a los regulados.

Sin embargo, a pesar de todo esto, las relaciones sociales de producción y el modo de producción capitalista se mantienen intactos. No han sido transformadas radicalmente. Mientras esto sea así, será imposible mejorar de forma decisiva y profunda las condiciones de vida de las masas y resolver sus problemas.  Aún tenemos un problema heredado por el capitalismo con la desregulación laboral que el gobierno Bolivariano no ha resuelto; que es la tercerización y precarización del empleo.

No existen estadísticas al respecto pero consideramos  que se mantiene entre un 20 a 30% de los ocupados. Todavía hay que luchar por erradicar la pobreza y el desempleo. El ingreso medio familiar real ha decrecido de 1.835 Bs.F. en 1998 hasta 1.685 Bs.F. en 2008 a pesar de que el ingreso nominal ha aumentado desde 1998 hasta la fecha; esto debido a la elevada inflación, que con un alto componente especulativo, el Gobierno Bolivariano no ha logrado controlar, lo que afecta la calidad de vida de la población venezolana. Existe además un profundo déficit habitacional que afecta a millones de hogares venezolanos. La inseguridad ciudadana es uno de los problemas más importantes para la población y espera lo resuelva el gobierno. El burocratismo y la corrupción son lacras capitalistas que han proliferado a niveles importantes en todo el gobierno bolivariano y erosiona su credibilidad. Ello empieza a generar una creciente impaciencia, escepticismo y desmovilización entre las masas populares, como se ha evidenciado, tendencialmente, en las últimas convocatorias electorales, pero principalmente existe una desmovilización social que se expresa durante los periodos poselectorales

El futuro de la revolución depende de que logremos la socialización de los medios de producción privados bajo control de los trabajadores y el pueblo y destruir la estructura burguesa del estado, para construir un Estado de Consejos de obreros y comunales que sea capaz de construir una economía nacionalizada y planificada democráticamente que empiece a satisfacer las necesidades de las masas.

 

El espejismo del "socialismo petrolero" se hace añicos

A lo largo de los últimos años los reformistas han vendido tanto al Presidente Chávez como al conjunto del movimiento bolivariano la idea de que es posible construir lo que ellos denominan una "economía mixta. Esto es: 1) El proyecto central de una economía mixta es la proposición de que el crecimiento económico capitalista debe ser el objetivo central de las políticas estatales con el fin de lograr y mantener el "desarrollo", tanto económico como social; reemplazando u olvidando así los objetivos ideológicos socialistas de largo plazo. El crecimiento económico es el que provee los recursos fiscales y facilita un "altruismo social". 2) Es una economía en la que el Estado  interviene, controla y regula los excesos del mercado capitalista pero manteniéndolo. 3) El Estado se reserva el atributo de intervenir en determinados sectores estratégicos de la economía nacionalizándolos o gravando con impuestos con el propósito de convertirse en un estado que garantice con subsidios la seguridad alimentaria, salud, educación, vivienda para mantener niveles mínimos de subsistencia y bienestar social. 4) Los precios son determinados por el mercado y regulados por el Estado. 5) Se suelen generar, tres sectores de acción económica: Propiedad estatal, propiedad privada y propiedad social pero la hegemonía de las relaciones sociales de producción son capitalistas.

Estas ideas llevaron al desastre a revoluciones como la chilena o la nicaragüense.  No obstante, según los ideólogos de la "economía mixta" y del llamado "socialismo petrolero" como Haiman el Troudi, Alí Rodriguez y otros, gracias al chorro de dinero procedente de las exportaciones petroleras, en Venezuela la historia sería distinta.

La realidad es que antes incluso de que la crisis global del capitalismo (y su consecuencia inevitable: la caída del precio del barril de petróleo) desbaratasen la quimera del "socialismo petrolero", esas ideas ya estaban mostrando claramente su fracaso.

 

Intentar unir capitalismo y socialismo es imposible. De hecho, cada vez que se ha intentado, el resultado ha sido que el capitalismo asfixia y elimina los elementos de socialismo que se pretendía desarrollar. La propiedad capitalista de los medios de producción actúa como un disolvente que destruye cualquier intento de planificación y regulación. Si se permite que una parte significativa de la economía se mantenga en manos de los empresarios el resultado inevitable es que las leyes capitalistas siguen mandando en todo el sistema económico.

Resulta absurdo entonces extrañarse porque la anarquía de la producción, la lucha por la supervivencia, la explotación, la especulación, la corrupción y todas las demás lacras que acompañan inevitablemente la al sistema capitalista sigan existiendo. No puedes aceptar a los capitalistas y luego intentar que no actúen como tales. Como suele decir Alan Woods es como pretender enseñar a un tigre a comer lechuga. "Si los capitalistas privados aún son necesarios, a esto le sigue, tan lógicamente como el día sigue a la noche,  que los beneficios son aún necesarios y, por lo tanto, que la extracción de plusvalía es aún necesaria, y la explotación también lo es, y el mercado también es necesario" (Reformismo o Revolución. Marxismo y socialismo del siglo XXI. Una respuesta a Heinz Dieterich A. Woods)

 

Los empresarios privados nunca desarrollarán el país

A pesar de los reiterados llamados a los capitalistas para que se porten bien e inviertan, a pesar de todas las teorías de El Troudi y otros reformistas acerca de los llamados "empresarios patriotas", la realidad es que los empresarios venezolanos han demostrado una vez más a lo largo de los últimos años su carácter parásito negándose a invertir seriamente en la producción, generar riqueza y crear puestos de trabajo.

En los últimos 4 años (2005, 2006, 2007 y 2008) , gracias al incremento del ingreso petrolero y de la inversión del estado, el PIB venezolano tuvo las cifras de crecimiento más altas en décadas: superando el 10% en los tres primeros años mencionados y ubicándose en 8, 3% en 2008. Estos porcentajes de crecimiento han sido también de los más altos a nivel mundial. Con este crecimiento, un importante boom del consumo y las ayudas que ha concedido el gobierno a la inversión, si las ideas de los reformistas fuesen correctas, los empresarios venezolanos deberían haber estado a la cabeza de la inversión productiva y la creación de empleo. Esto era lo que  los reformistas esperaban y prometían, pero lo que hemos visto  es precisamente todo lo contrario.

Los propios burgueses reconocen aquello que los reformistas no quieren aceptar. "El máximo representante de Conindustria recordó que en los últimos 10 años el sector industrial se ha reducido 40% y vaticinó que no habrá condiciones para prever un crecimiento en el corto y mediano plazo (El Universal, 14-08-08). Analizando la ralentización del crecimiento económico en 2008 y las previsiones aún más pesimistas para 2009 los economistas burgueses que elaboran el Boletín del Banco Mercantil reconocían en su Análisis de Coyuntura de Septiembre del año pasado que el menor crecimiento económico tiene su causa fundamental en: "una insuficiente propensión a invertir por parte del sector privado"

Si esta era la situación antes de que la crisis capitalista se manifestase claramente a nivel internacional y sus consecuencias empezasen a llegar a Venezuela, ahora que el consumo está cayendo tanto nacional como internacionalmente la inversión privada se desplomará aún más. Con los precios del petróleo a la baja y los ingresos del estado menguando, el gobierno deberá decidir si sigue dando ayudas a los empresarios y haciéndoles concesiones o intenta emplear los recursos existentes en industrializar y desarrollar el país directamente desde el estado.

El presupuesto nacional para 2009 fue previsto sobre 60 dólares por barril, pero en el momento de redactar este documento el precio está en 36 dólares y sin perspectivas de recuperación significativa a corto y medio plazo. La industria manufacturera y la  construcción privadas  se encuentran en clara contracción y el PIB nacional ha pasado de crecer por encima del 10% en 2004-2007 a ubicarse, las previsiones para este año en un alarmante 1% según el propio Ministro de Finanzas Alí Rodríguez. Si no fuese por la inversión pública, la economía habría entrado ya en recesión. En todo caso, es factible que esto ocurra en lo que queda de año o en 2010.

Las ventas del sector automotriz han caído el último año un 47%. La previsión para este año es un nuevo recorte. El panorama en toda la industria privada, principal generadora de puestos de trabajo, es desolador. Los empresarios venezolanos nunca han invertido seriamente en tecnología. Se han dedicado a acumular beneficios basándose en la explotación salvaje de la mano de obra; condenando a los trabajadores a laborar cada vez más horas y a un ritmo más rápido a cambio de bajos salarios.  Ahora que el mercado se contrae, la única forma que tienen de competir es despidiendo trabajadores, tercerizando y precarizando más las condiciones laborales, recortando salarios e incrementando las horas y ritmos de trabajo.

 

¿Un "país rentista"? ¿O una burguesía parásita?

En varias ocasiones hemos escuchado a reformistas como El Troudi o Alí Rodríguez atribuir la debilidad de la industria venezolana  a que "somos un país rentista". Este argumento les viene muy bien a los capitalistas pues tiene la virtud de ocultar su responsabilidad en la falta de inversión y nos achaca a todos por igual (empresarios y obreros, oligarcas y explotados) la incapacidad de la clase dominante para desarrollar la producción. Pero lo cierto es que la falta de inversión productiva tiene culpables con nombres y apellidos: los empresarios venezolanos.  Lo que impide avanzar al país y desarrollar una industria moderna no es otra cosa que el carácter parásito y degenerado del capitalismo venezolano y la rapacidad del imperialismo.

No existe eso que los reformistas llaman "empresarios patriotas". La patria de los empresarios está donde estén sus beneficios en cada momento. Los burguesía venezolana sigue siendo, en esencia, la misma clase dominante que traicionó hace 200 años la revolución democrático-burguesa y el proyecto de unificación latinoamericana de Bolívar e hizo exclamar a éste "He arado en el mar". Los mismos que asesinaron a Zamora y vendieron en el Tratado de Coche la aspiración de "Tierras y hombres libres" de los campesinos que protagonizaron la Guerra Federal a cambio de un acuerdo con la aristocracia para expoliar juntos al pueblo. Aquellos que saquearon durante décadas la renta petrolera y convirtieron ese paraíso que podría ser Venezuela en un infierno para los trabajadores y los demás oprimidos. Los mismos, en fin, que desde los años 80 han sido incapaces de desarrollar significativamente las fuerzas productivas y desde 1998, con la llegada al poder de Hugo Chávez y el inicio de la revolución bolivariana, se han dedicado única y exclusivamente a sabotear la economía nacional.

De 12.000 empresas privadas venezolanas registradas en 1998 se ha pasado, según informaba recientemente El Universal, a menos de 6.000 hoy. Los burgueses culpan de la falta de inversión privada a Chávez y la utilizan como un arma arrojadiza contra él. Sin embargo, los propios economistas burgueses deben reconocer que la burguesía venezolana dejó de desarrollar las fuerzas productivas hace varias décadas. El economista burgués y contrarrevolucionario Miguel Ángel Santos, analizando  porqué aumenta la inflación, explica lo siguiente: "Este enorme impulso de la demanda cayó en un país en donde la inversión privada se estancó hace treinta años (...)La bonanza sostenida en los precios del petróleo nos ha puesto cara a cara con el verdadero demonio venezolano: la falta de producción, de inversión, de trabajo productivo. ("Retos de la política anti-inflacionaria en Venezuela" M.A. Santos. Instituto Latinoamericano de Investigaciones Sociales)

Aunque, como consecuencia de las políticas aplicadas por los gobiernos burgueses cuarto-republicanos a favor de la oligarquía, los salarios cayeron en el periodo comprendido entre 1978 y 1996 un 60% y los capitalistas venezolanos incrementaron significativamente sus beneficios, la inversión productiva en lugar de expandirse también retrocedió. El salario real en 1996 representaba el 43% del de 1971, los costes laborales unitarios en 1994 eran un 47% del nivel de 1973. Sin embargo, la Formación Bruta de Capital Fijo (que indica el porcentaje en que crece la inversión empresarial en nueva maquinaria e instalaciones) cayó continuadamente durante todo ese período.

El siguiente cuadro compara la inversión media en capital fijo (FBCF) bajo distintos gobiernos venezolanos. Los índices más altos se producen bajo los gobiernos de Pérez Jiménez (1950-58) y el primero de Carlos Andrés Pérez, en los 70s. Desde los 80s, a partir de Lusinchi (84-89) y el segundo de CAP (89-94) tenemos una caída en picado

 

Cuadro 1. Comparativa de la evolución de la inversión en capital fijo (FBCF) bajo distintos gobiernos venezolanos

Fuente: El Nacional

Por si fuera poco, el porcentaje de inversión en capital fijo correspondiente al estado supera año tras año al representado por el sector privado. "Una porción importante del plusvalor apropiado por la clase capitalista  se ha empleado en un fin improductivo como el consumo personal (gastos suntuarios, etc.) Pero ,sin duda, aún es más relevante la fuga de excedentes (el reciclaje de petrodólares)" ("El Período de Crisis y ajuste en la economía de Venezuela a partir de la evolución de la tasa de plusvalor", Juan Pablo Mateo Tomé)

Estas tendencias parasitarias de la burguesía venezolana  no han hecho más que agudizarse durante estos diez años de revolución. Como muestra el cuadro anterior, entre 1998 y 2004 la FBCF alcanzó el nivel más bajo de toda la historia venezolana reciente. Además, el papel del sector público como motor prácticamente único del desarrollo se vio intensificado. Tanto es así que los reformistas decidieron alterar las estadísticas y desde 2005 no dan separados los datos de  inversión en capital constante públicos y privados. Con ello pretenden ocultar al Presidente Chávez y al conjunto de la población el fracaso de sus políticas conciliadoras y el freno absoluto al desarrollo del país que representa la propiedad capitalista de los medios de producción.

 

Regular el capitalismo es imposible, hay que acabar con él

Respondiendo a El Troudi y otros reformistas, desde la CMR hemos explicado en trabajos elaborados por diferentes camaradas y publicados en nuestra web que la inversión privada lejos de aumentar significativamente  tendería a caer. También decíamos que medidas teóricamente destinadas a regular el capitalismo, como los controles de precios y cambios o las nacionalizaciones parciales, no serían suficientes para impedir las "marramucias" de los burgueses pero sí trancarían aún más el funcionamiento del capitalismo, por lo que los empresarios incrementarían el saboteo, desinversión y fuga de capitales.

Como explica Alan Woods en "Reformismo o Revolución": "Si el Estado acepta las relaciones capitalistas de propiedad y después actúa de una manera que no gusta a los propietarios de la industria, estos últimos dejarán de invertir, o se irán al extranjero. Cerrarán sus fábricas, como si fueran cajas de fósforos, echando a miles de trabajadores a la calle" (A. Woods, "Reformismo o Revolución. Marxismo y socialismo del siglo XXI. Respuesta a Heinz Dieterich". Capítulo "La economía del socialismo del siglo XXI. Aptdo. "Cómo no hacer una revolución").

Según la "Encuesta de Coyuntura Industrial" realizada por la asociación empresarial Conindustria y la consultoría Lucas Consultores en Junio de 2008 (todavía con un crecimiento económico considerable) sólo un 5 % de los empresarios manifestaba haber invertido en nuevas instalaciones o tener la intención de hacerlo. Este es precisamente el tipo de inversión que sugiere cierta disposición a ampliar la producción y crear nuevos puestos de trabajo. El 47% manifestaba estar dispuesto a invertir únicamente en maquinaria. Es decir: su intención era aprovechar el empuje de un consumo que, aunque desacelerado, todavía mantenía cierto impulso para incrementar las ventas. En la gran mayoría de casos, esta inversión en nueva maquinaria no significa crear nuevos empleos sino aumentar la explotación de los trabajadores existentes e incluso sustituir mano de obra por máquinas para reducir los costes salariales. El 30% restante de los empresarios encuestados simplemente manifestaban que no habían invertido nada ni pensaban hacerlo. ¿Cuáles son las razones que aducen los empresarios para no invertir? "El clima de incertidumbre política", "las políticas intervencionistas del gobierno", la "inseguridad jurídica". La conclusión es clara: no se puede domesticar, controlar o reformar el capitalismo, hay que acabar con él.

Si los empresarios no desarrollaban la producción cuando tenían a uno de los suyos en Miraflores; cuando hacían y deshacían a su antojo, los salarios caían en picado y los gobiernos cuarto-republicanos y la mafia de la CTV les garantizaban condiciones a la carta para explotar a los trabajadores, ¿cómo esperar que lo hagan ahora, en un contexto revolucionario, con un Presidente que intenta responderle al pueblo y un movimiento obrero que levanta la cabeza, crea sindicatos y exige condiciones de vida y trabajo dignas?.

 

La lucha contra el desabastecimiento y la especulación

La incapacidad estructural de la burguesía venezolana para desarrollar seriamente las fuerzas productivas y el proceso de desindustrialización que se desarrolló en los años 80 por las políticas neoliberales implementadas por el capitalismo internacional, son dos causas fundamentales que impidieron el desarrollo fundamental de una industria nacional poderosa, creando por el contrario una industria débil, dependiente y articulada al capital internacional. En estas condiciones, con un sabotaje, desabastecimiento y especulación en la producción por parte de los empresarios y con las contradicciones políticas e ideológicas, con un sector burocrático e ineficiente y la falta de confianza en la clase obrera por parte del Gobierno Bolivariano han hecho fracasar la mayoría de los planes para industrializar el país: cooperativas, núcleos de desarrollo endógeno, empresas de producción social, ect. Como resultado de esta situación, el estado venezolano ha tenido que dedicar, en estos diez años, una parte cada vez mayor de sus ingresos a importar aquellos productos que los capitalistas venezolanos y extranjeros se niegan o no pueden producir en el país porque consideran que no les proporcionan suficiente ganancia.

Este ha sido uno de los elementos que ha cebado la bomba de la inflación. Mientras el PIB crecía alrededor del 10% la inflación lo hacía 14, 2% en 2005, 17,3% en 2006 y 22,5% en 2007, alcanzando en 2008 nada más y nada menos que el 31,7%. En el caso de los alimentos  el incremento de los precios alcanza ya el 50%.

Esta inflación supone un torpedo en la línea de flotación de la revolución ya que golpea de manera especial a los sectores más pobres, la base social del movimiento bolivariano.  Según las estadísticas oficiales, los estratos más pobres destinan el 45% de sus ingresos a la compra de comida, mientras que en el estrato de mayor ingreso la proporción es sólo de 15%

Otro efecto pernicioso del llamado "socialismo petrolero" ha sido incrementar nuestra dependencia del mercado mundial. La economía nacional  se encuentra mucho más desprotegida ante los vaivenes de la crisis capitalista de lo que estaría si se hubiesen nacionalizado los medios de producción y existiese un monopolio estatal del comercio exterior.

Con la caída del ingreso petrolero, se reduce el margen para tapar con las importaciones la incapacidad de la producción nacional para satisfacer las necesidades existentes. El dinero disponible es menor y las importaciones tienden a crecer, debido a una industria debilitada y una burguesía saboteadora del proceso revolucionario. El riesgo de que los precios se disparen aún más y aumente el desabastecimiento de rubros básicos crece.

 

La única alternativa: estatizar la banca y las principales empresas bajo control obrero

Las intervenciones iniciadas por el gobierno -como la decretada en el arroz y otros sectores- son un primer intento de responder a estos problemas. Pero no será suficiente. Incluso la nacionalización de Cargill, que es una medida correcta, si se limita únicamente a esta empresa, no conseguirá los objetivos buscados. Los marxistas apoyamos las nacionalizaciones. Estas son un paso en la dirección correcta. Al mismo tiempo, explicamos que para que éstas puedan desplegar todo su potencial,  aumentar de forma decisiva la oferta de productos, frenar las subidas de precios  e impactar positivamente el nivel de vida de las masas no pueden quedar limitadas a una sola empresa o sector sino extenderse al conjunto de la economía e ir acompañadas del control obrero y popular.

 "Cómo hemos señalado desde la CMR en repetidas ocasiones, las medidas de regulación del mercado lo que consiguen es alterar el normal desarrollo del capitalismo y conducen a  estos cuellos de botella en la distribución de los productos,  en este caso, de los alimentos y particularmente del arroz. Los capitalistas se saltan los precios regulados, vulneran la ley para mantener sus beneficios. Y pueden seguir haciéndolo puesto que controlan la totalidad de la cadena de producción y distribución. Expropiar Cargill es una medida progresista, si es un primer paso para expropiar y poner bajo control obrero y de las comunidades la producción y comercialización de la agroindustria del país. Si sólo se nacionaliza una empresa, cómo estamos viendo  en el arroz, se consigue el efecto contrario al deseado: se recrudece el sabotaje económico." ("Tras la expropiación de Cargill: sigue faltando arroz y está igual de caro", Y. Moreno, www.elmilitante.org)

El capitalismo, como ya hemos explicado, no acepta intervención ni regulación alguna. El único modo de desarrollar la producción y garantizar la soberanía productiva y alimentaria es acabando con la propiedad privada de los medios de producción y sustituyéndola por la propiedad social de los mismos. El primer paso hacia la socialización de los medios de producción tiene que ser necesariamente su estatización. Los reformistas niegan esto, sin embargo el intento de formar cooperativas, empresas autogestionadas, EPS, etc. sin estatizar los medios de producción fundamentales está condenado al fracaso. Las llamadas formas de propiedad social (cooperativas, EPS) acaban siendo saboteadas y transformadas en su contrario por el mercado capitalista. Esto es lo que hemos visto en Venezuela a lo largo de los últimos años. La realidad es que este tipo de empresas sólo pueden funcionar, en el mejor de los casos, en algunas ramas y sectores muy específicos y minoritarios de la economía y supeditadas a una economía estatizada, bajo un estricto control obrero y social y como parte de un plan estatal elaborado democráticamente  para el conjunto de la economía

Al mismo tiempo, toda la experiencia histórica nos demuestra que las empresas estatizadas sólo pueden funcionar si se hallan bajo control democrático de los trabajadores y el pueblo. Si la propiedad privada de los medios de producción es sustituida por la del estado pero ese estado no es un estado revolucionario controlado por los trabajadores, si el control de las empresas estatales no es ejercido por la clase obrera con la colaboración del resto de los oprimidos sino por burócratas fuera del control de las masas, veremos como todas las lacras de las empresas capitalistas tenderán a reproducirse. Burocratismo, corrupción, despilfarro, desigualdad, represión sobre los trabajadores, seguirán existiendo. Esta cruda realidad ya la están experimentando tanto los trabajadores de empresas recientemente nacionalizadas como SIDOR, CANTV, las empresas de la Faja del Orinoco, etc. como  las que son públicas desde hace tiempo: PDVSA, ALCASA, Venalum,...

 

La burocracia, contra la revolución

Como explica Lenin en "El Estado y la revolución", la clase obrera no puede limitarse a tomar posesión de la maquinaria estatal creada por la burguesía. El proletariado, al frente de los sectores populares, debe destruir esa máquina y construir su propio estado revolucionario basado en los Consejos de Trabajadores, Comunales y demás órganos de poder obrero y popular.

Lenin, basándose en la experiencia del primer estado obrero de la historia, la Comuna de Paris, propuso varios mecanismos de control para poder construir un estado revolucionario. Estos mecanismos son plenamente aplicables hoy a la revolución venezolana:

 

1)              Elegibilidad y revocabilidad en todo momento de todos los cargos, los cuales deben rendir cuentas periódicamente ante las mismas asambleas obreras y populares que les han elegido

2)              Ningún cargo público debe cobrar más que un trabajador cualificado. Deben existir limitaciones salariales para los altos cargos que controlen el total de sus ingresos (no sólo los salarios sino viáticos, etc.) velando porque no haya una desproporción entre sus condiciones de vida y las de los jóvenes y trabajadores de los que deben actuar como voceros. El acceso a una responsabilidad pública no puede ser una vía para el enriquecimiento personal de nadie.

3)              Todas aquellas tareas gerenciales y de administración que puedan ser desarrolladas de forma rotatoria deben serlo. Como decía Lenin: "Si todos somos burócratas a turnos nadie lo es".

4)              El Ejército separado del pueblo debe ser sustituido por el pueblo en armas mediante el desarrollo de milicias obreras y populares.

Estas medidas, unidas a la expropiación de las grandes empresas y bancos, sentarían las bases para acabar con el caldo de cultivo para el burocratismo y la corrupción que representa la estructura burguesa del estado y permitirían construir una genuina democracia obrera.

Lo que ha hecho hasta el momento la revolución venezolana ha sido precisamente tomar posesión de la vieja estructura estatal cuarto-republicana, es decir: burguesa,  pero sin desmantelarla. Tras la derrota de los distintos golpes contrarrevolucionarios (abril de 2002 y el paro patronal) una parte de los viejos cuadros burocráticos seleccionados por la burguesía incluso fueron expulsados del aparato estatal o apartados a un lado. La burguesía perdió temporalmente el control del estado. Pero al no ser sustituido éste por un estado revolucionario basado en comités o Consejos integrados por voceros elegibles y revocables, y obligados a rendir cuentas ante asambleas obreras y populares, la vieja estructura burguesa tiende a reproducir una casta burocrática que inevitablemente entra en contradicción con las bases revolucionarias.

El resultado, tras varios años desarrollándose este proceso de burocratización -y con los principales bancos y empresas en manos capitalistas (una fuente constante de nepotismo y corrupción) - es la consolidación de una casta burocrática que se siente cada vez más independiente de las masas y tiende a fusionar sus intereses con los de la burguesía. La base social de esta burocracia son decenas de miles de funcionarios que durante los últimos años de crecimiento económico han accedido a posiciones de poder e influencia, acumulado pequeños y grandes privilegios, que han hecho contactos con distintos sectores de la burguesía y empezado a desarrollar vínculos económicos, psicológicos y sociales con ellos; como decía Lenin en El estado y la revolución "miles de hilos visibles e invisibles"

Incluso en los casos en que al frente de las instituciones son colocados auténticos revolucionarios vemos como estos entran rápidamente en contradicción con la maraña burocrática que les rodea. La estructura burguesa del estado ha sido creada precisamente para impedir cualquier transformación seria. Por eso tiende a sabotear toda labor revolucionaria y finalmente o bien acaba expulsando a los revolucionarios y entrando en conflicto con ellos  o los desmoraliza, absorbe y transforma en nuevos burócratas.

El ejército y la policía

La amenaza que representa el mantenimiento del aparato estatal burgués es especialmente evidente en el caso de las policías y el ejército. La estructura interna de estos cuerpos no ha sido transformada en absoluto. Esto favorece que en su interior sigan existiendo todo tipo de mafias y sectores contrarrevolucionarios, como hemos visto en el ataque a la Mitsubishi y como han podido comprobar en los últimos años los trabajadores de distintas empresas en lucha o diferentes grupos de campesinos que han sido reprimidos al intentar tomar las tierras.

Reflejando la correlación de fuerzas enormemente favorable a la revolución que ha existido durante los últimos años, y que todavía se mantiene en parte, la gran mayoría de los soldados e incluso sectores significativos de oficiales se identifican con la revolución. También se han tomado algunas medidas  que vinculan algo más la base del ejército al pueblo, como la extensión de la reserva. Sin embargo, en este terreno -aún más  que  en el resto- las medidas a medias tampoco son suficientes.

El único modo de construir un ejército genuinamente revolucionario al servicio de los trabajadores y el pueblo es construyendo Consejos o Comités de Soldados y Oficiales Revolucionarios y Batallones del PSUV en los cuarteles. Esto permitiría agrupar y organizar a los revolucionarios en el seno de la FAN, ideologizarlos, vincularlos orgánicamente al conjunto del movimiento obrero y popular y aislar a los sectores contrarrevolucionarios. Al mismo tiempo es fundamental el desarrollo de milicias obreras y populares bajo el control de las organizaciones obreras, campesinas y juveniles revolucionarias que garanticen que de verdad avanzamos hacia un ejército revolucionario formado por "el pueblo en armas".

Durante los últimos años los sectores burgueses, contrarrevolucionarios y corruptos que existen en la FAN y la policía han tenido que adoptar un perfil bajo en sus intervenciones públicas o incluso camuflarse bajo un discurso pseudo-revolucionario. Pero una gran parte de oficiales están imbuidos de una ideología reaccionaria y anticomunista. Por otra parte, esas mismas prácticas de corrupción, vinculación a la burguesía a través de un montón de negocios legales e ilegales que hemos descrito en relación a la burocracia del estado, están igual o incluso más desarrolladas en el seno del ejército y la policía. Eso significa que, si la burguesía y muchos de estos sectores afines a ella enquistados en el aparato del estado ven sus intereses de clase amenazados, no dudarán en  enfrentarse al avance de la revolución con todos los medios a su alcance.

En abril de 2002 vimos como muchos jefes militares que eran considerados "amigos", "leales" o "institucionalistas" ,a la hora de la verdad, traicionaron a Chávez y al pueblo. Una situación similar (intentos de golpe, magnicidio, etc.) podría repetirse si los contrarrevolucionarios se viesen obligados a ello y encontrasen fuerza y margen suficiente para hacerlo. Ya tuvimos un aviso con Baduel, que se pasó "con todos los hierros" a la contrarrevolución cuando pocos meses antes fungía nada más y nada menos que como Ministro de Defensa y era presentado como leal, antiimperialista e incluso revolucionario. ¿Cuántos Baduel quedan en el interior del ejército y todavía no han brincado la talanquera?

La burocracia enquistada dentro del movimiento bolivariano y de las instituciones estatales se pone franelas y gorras rojas, grita "Patria Socialismo o muerte" pero hace todo lo contrario de lo que los discursos socialistas del Presidente Chávez proclaman. Esta casta reaccionaria no está interesada en que la revolución siga avanzando y frena cada vez más descaradamente todas las iniciativas de las masas en ese sentido. El saboteo durante la campaña contra la reforma fue una primera expresión. La represión que sufrieron los trabajadores de SIDOR y el intento de la burocracia por aislar su lucha o el brutal ataque lanzado contra los camaradas en Mitsubishi demuestran que, cuanto más intente avanzar la revolución, esta burocracia enquistada en el aparato estatal sentirá más amenazados sus intereses y se volverá un enemigo más peligroso. El único modo de derrotarla es aplicando las cuatro condiciones de Lenin que anteriormente enumerábamos y construyendo un auténtico estado de los trabajadores.

De la derrota de la reforma a la victoria de la enmienda...

La derrota de la reforma constitucional en diciembre de 2007, tan sólo un año después de que Chávez obtuviese la mayor victoria de este proceso revolucionario, fue un shock para las bases y un primer aviso de que si la revolución no resuelve todos estos problemas que hemos ido analizando puede ser derrotada.

Esta idea es comprendida por sectores cada vez más amplios del movimiento. Entre las bases del chavismo hay un profundo descontento contra la burocracia. Existe inquietud ante la impunidad con que tanto los burócratas contrarrevolucionarios como los capitalistas sabotean cualquier intento de avanzar realmente hacia el socialismo y una creciente exigencia de que la revolución  resuelva los problemas más acuciantes que sufrimos: la falta de vivienda de calidad, de empleo estable, de igualdad; la corrupción, la inseguridad...

Al mismo tiempo, los millones de jóvenes, trabajadores y campesinos que constituyen la base del PSUV y del movimiento bolivariano, con un certero instinto de clase, comprenden que la lucha contra los capitalistas y burócratas sólo puede darse desde dentro del propio movimiento bolivariano, defendiendo la revolución contra todos los ataques contrarrevolucionarios que se produzcan: desde el saboteo económico y la desestabilización hasta el terrorismo mediático.

Este ambiente entre las masas se reflejó en las victorias conseguidas en las elecciones regionales del 23- N y en el referéndum de la enmienda constitucional. En el caso de la enmienda constitucional se recuperaron casi 2 millones de votos de los 3 millones perdidos en diciembre de 2007, conquistando el segundo mayor nivel de apoyo electoral a lo largo de estos diez años de revolución: 6.300.000 votos. Esto refleja que la correlación de fuerzas sigue siendo muy favorable a la revolución.

El que las masas, pese a todas las contradicciones internas y fallas, se hayan vuelto a movilizar masivamente para derrotar a la derecha contrarrevolucionaria refleja un altísimo nivel de conciencia. Si esos reformistas y sectarios que lloriquean quejándose una y otra vez de "falta de madurez y conciencia" tuviesen la décima parte de conciencia de lo que han demostrado los trabajadores, campesinos y el resto de los explotados de Venezuela la revolución habría sido completada hace tiempo.

Por otra parte, seríamos malos revolucionarios si al mismo tiempo que destacamos lo más positivo que reflejan las últimas contiendas electorales no alertásemos de los peligros que también ponen de manifiesto. Con dos millones de personas más inscritas en el registro electoral, el apoyo electoral a la revolución se queda a un millón de sufragios del pico alcanzado en las presidenciales de 2006, cuando el llamado de Chávez a emprender el camino del socialismo entusiasmó a 7.300.000 venezolanos. Ello supone que el margen de diferencia entre revolución y contrarrevolución se reduce (54, 5% a 45%, frente a un 60%-40% en el referéndum de agosto de 2004 y un 63%-37% en las presidenciales de 2006).

...pero las luces de alarma siguen prendidas

En distintos artículos hemos explicado que la causa de que el margen de diferencia entre revolución y contrarrevolución se haya recortado no es que la derecha obtenga más votos entre la pequeña-burguesía, como insisten los reformistas. En el cuadro 2 se puede ver como el voto de la oposición en las zonas escuálidas se mantiene o crece débilmente.  Los datos son de los municipios del Este de Caracas pero se observa una situación similar en otras zonas tradicionalmente dominadas por la oposición.

Cuadro 2. Evolución del apoyo a la oposición en el Este de Caracas

DIC. 2006         NOV.2008

CHACAO              41.234   42.404

EL HATILLO         26.580   26.527

BARUTA               118.123                116.424

Elaboración propia a partir de datos del CNE www.cne.gob.ve

La verdadera explicación es que una parte de las masas populares que han sostenido la revolución contra viento y marea todos estos años, y cuya movilización masiva y entusiasta resultó determinante para lograr las victorias electorales del referéndum revocatorio de agosto de 2004 y las elecciones presidenciales de diciembre de 2006, ha empezado a desanimarse y desmoralizarse.

La evolución de los votos chavistas en el Municipio Libertador de Caracas (Cuadro 3) ejemplifica bien esta peligrosa tendencia a la erosión del apoyo popular a la revolución. La tendencia no es local sino nacional pero en el caso de Caracas, hasta ahora un baluarte de la revolución, se ve con especial claridad.

Cuadro 3. Evolución del voto a la revolución en los barrios más chavistas de Caracas

REFERENDUM 04  PRESIDENCIALES DIC.06 REGIONALES NOV. 08  RETROCESO 06-08

CATIA   109.311                                142.760                                102.620                                -28%

23 DE ENERO  30.193                      37.959                  28.750                  -24,50%

ANTIMANO     38.726                     50.195                  37.718                  -24,80%

EL VALLE         43.345                       52.358                  36.615                  -30%

COCHE            17.077                        21.063                  14.184                  -32%

TOTAL LIBERTADOR  516.840  658.847                    471.423                                -28%*

PETARE 117.441                               156.476                                110.956                                -26%

Elaboración propia a partir de datos del CNE www.cne.gob.ve

Los resultados del referéndum de la enmienda en Caracas muestran que esta tendencia continúa y se agrava. Por primera vez, la diferencia entre el apoyo electoral a la revolución y la contrarrevolución en el Municipio Libertador (que en 2006 estaba en 62% frente a 36,9% y en Noviembre de 2008 era todavía de 53% a 41%) baja a casi 3 puntos: 51,9% de los votos por el SI frente a un 48% por el NO. Mientras el voto a la revolución pierde 114.198 respecto a diciembre de 2006, los votos opositores se incrementan en 115.453 con respecto a esa misma convocatoria.

Según distintos cálculos y encuestas, unos dos millones de personas pertenecientes a los sectores más pobres de la población habrían votado en todo el país contra la enmienda constitucional. ¿Porqué?. Lo hemos explicado en distintos materiales: porque tras diez años de revolución y dos oyendo hablar de socialismo no han visto resueltos sus problemas fundamentales ni transformadas de manera radical sus condiciones de vida. Así las cosas, los sectores de las masas más desesperados y menos concienciados ideológicamente están escépticos y frustrados y son más vulnerables a la demagogia y las campañas mediáticas de la contrarrevolución, que presenta todas las fallas, corruptelas y carencias que hemos analizado como  resultado del socialismo y la revolución.

Como ya hemos explicado, mientras se mantenga la propiedad capitalista de los principales bancos y empresas, cualquier avance  o conquista de la revolución será parcial y limitado. Todas las medidas revolucionarias se ven saboteadas y distorsionadas. Elementos que en 2004 sirvieron para incrementar el apoyo a la revolución hoy resultan insuficientes o se ven sometidos a todas las contradicciones que genera la economía capitalista. Muchos de los jóvenes graduados en Misión Ribas, Sucre o Vuelvan Caras (hoy Misión Che Guevara), que esperaban encontrar un empleo estable y digno en aquello que estudiaron, no lo han hecho. Según algunas investigaciones sólo un 7% de graduados de Vuelvan Caras tienen trabajo en aquello para lo que estudiaron. Según SUNACOOP un 66% de las cooperativas creadas están paralizadas. El déficit habitacional se  sitúa en 1,8 millones de viviendas y la economía informal, aunque se ha reducido algo, sigue afectando a casi el 50% de la población activa.

La única forma de revertir esta situación es tomando las medidas decisivas que ya hemos enunciado en otra parte de este documento y solucionando los problemas de las masas. Como explicaban muchos militantes revolucionarios en distintos actos a lo largo de la campaña por la enmienda: "ganar no es el final sino el primer paso, después hay que llevar la revolución hasta el final, acabar con el capitalismo y ajustar cuentas con los burócratas". Una expresión de esto la vimos la misma noche de la victoria electoral en Miraflores. Las consignas más gritadas eran contra Globovisión y Ledezma (es decir, contra los contrarrevolucionarios y rechazando cualquier tipo de conciliación con ellos).  La otra más coreada era "!!Limpieza!!, es decir acabar con la burocracia.

La voluntad de las bases no puede estar más clara: depurar a los burócratas y completar la revolución Esto significa que la lucha interna entre reformistas y revolucionarios en el seno del PSUV y del conjunto del movimiento bolivariano va  a agudizarse en el próximo período.

 

La lucha entre reforma y revolución dentro del PSUV

Tras el resultado del referéndum de la enmienda constitucional los reformistas, encabezados por uno de sus más  destacados representantes, José Vicente Rangel, están planteando que el país está dividido a la mitad y hay que acabar con la polarización política y social abriendo una negociación con la oposición. Estas ideas han sido rechazadas masivamente por las bases revolucionarias. Varios miembros de la Dirección nacional del PSUV se han hecho eco de ese rechazo. Mario Silva, Vanessa Davies, marcaron distancias respecto a las propuestas conciliadoras.

Es la primera vez que las divisiones en el seno de la dirección bolivariana se expresan tan abiertamente, de manera  pública y entre dirigentes de primera línea. Aunque estas divisiones son aún incipientes y se limitan por ahora a cruces de declaraciones, la tendencia en el próximo período será a que las diferencias a derecha e izquierda vayan haciéndose más profundas. El surgimiento de un ala izquierda y un ala derecha dentro del PSUV y del movimiento bolivariano es inevitable. Esta diferenciación interna en última instancia expresa las presiones e intereses de clase contrapuestos del proletariado y la burguesía.

Una de las peculiaridades de la revolución venezolana es que esta diferenciación hasta el momento no se ha expresado de forma tan clara y abierta en la dirección del movimiento como en distintas organizaciones y movimientos de masas durante otros procesos revolucionarios. Las causas de esto son la enorme autoridad y prestigio de Chávez y el margen de maniobra que hasta ahora proporcionaba el ingreso petrolero.

La burocracia, al menos por ahora, se ha cuidado de enfrentar abiertamente los objetivos socialistas defendidos por el Presidente. En lugar de proclamar sus verdaderos objetivos contrarrevolucionarios y pro-capitalistas intenta disfrazarlos utilizando una jerga "socialista". Para ello resultan muy útiles las teorías de los ideólogos reformistas de moda en cada momento: Heinz Dieterich, los teóricos del socialismo petrolero, etc. Sin embargo, esto en el fondo no refleja fortaleza sino su falta de raíces profundas y base social entre las masas.

En otros procesos revolucionarios (España en los años 30 o en los 70, Chile, Nicaragua, la revolución portuguesa o Mayo del 68...) los estalinistas y reformistas representaban una burocracia poderosa, que se apoyaba en miles de cuadros obreros y campesinos. Estos miles de cuadros y líderes naturales eran respetados por las masas pero aplicaban las políticas reformistas convencidos de que eso era "lo mejor para la revolución", "lo único que se podía hacer" "ahora no es el momento de ir al socialismo", etc. Esto fue determinante para que la burocracia pudiese descarrilar esas revoluciones. Uno de los principales problemas que enfrenta hoy la burocracia reformista en Venezuela es que hasta el momento su influencia entre las bases es débil, aunque esto puede empezar a cambiar si la izquierda revolucionaria no aprovecha la correlación de fuerzas favorable para llevar la revolución hasta el final.

El problema tanto para los reformistas como para la burguesía es que, aunque les encantaría ponerse de acuerdo y encontrar una manera tranquila de acabar con la revolución, no pueden hacerlo. La lucha entre revolución y contrarrevolución está tan arraigada, ha llegado tan lejos, que no se puede borrar con declaraciones ni buenas palabras sino con la victoria de uno de los dos bandos en lucha.

 

¿Dialogar con la oposición o completar la revolución?

La polarización social y política existente en Venezuela no es algo que haya creado o pueda deshacer la voluntad de un individuo o grupo de individuos, como creen los reaccionarios cuando acusan a Chávez de polarizar el país. Es el resultado de la incapacidad del capitalismo para desarrollar las fuerzas productivas y del desarrollo concreto de la lucha de clases en Venezuela a lo largo de las últimas décadas. Esta polarización, que se expresa en la división en chavistas y escuálidos tiene un claro carácter de clase, sólo hay que ir a una marcha chavista y una de oposición y ver la composición de clase, consignas, etc. para comprenderlo.

¿Significa eso que hay 6 millones de revolucionarios y 5 millones de oligarcas contrarrevolucionarios y esto es inamovible?  Evidentemente no. Si la revolución empezase a resolver problemas como el de la vivienda, la economía informal y la inseguridad, no sólo recuperaría a esos sectores humildes que apoyaron la propuesta de ir hacia el socialismo de Chávez en diciembre de 2006 y ahora, tras dos años sin que eso se concrete en un cambio drástico en sus vidas, están desencantados. Incluso una parte de las capas medias que han apoyado a la contrarrevolución desde 2002 podría ser desmovilizada e incluso ganada.

Pero esto nunca se conseguirá negociando con los dirigentes de la contrarrevolución, como piensan los reformistas. Ese es un camino que lleva directo a la derrota. Lo que hay que hacer es precisamente todo lo contrario. La llamada "clase media" no es homogénea, se divide en capas más altas, cuyos intereses están vinculados a los de la burguesía y que tienden a apoyar a ésta, y otros sectores cuyas condiciones de vida están más cercanas a los de los trabajadores. Estos son la mayoría y es a los que hay que atraer de nuevo al lado de la revolución.

Para tener el control de la sociedad a la burguesía no le basta con sus propias fuerzas y las de las capas superiores de la pequeña-burguesía, ambos representan un porcentaje demasiado ínfimo de la población. Para  tener fuerza los burgueses necesitan apoyarse en las masas de las capas medias y los sectores más atrasados, desclasados y desmoralizados del pueblo. Estos sectores pueden ser ganados por la clase obrera pero si la revolución desaprovecha sus oportunidades pueden pasar a engrosar las filas contrarrevolucionarias.

No obstante, las capas inferiores de la pequeña-burguesía y las masas más desesperadas y desorganizadas de los sectores populares nunca serán recuperadas con discursos ni promesas sino con acciones concretas. Si la dirigencia de la revolución se muestra dubitativa y complaciente con los dirigentes burgueses de la oposición estos sectores lo interpretarán como un síntoma de debilidad y falta de confianza en sus propias fuerzas.

Para inclinar a estos sectores de su lado o al menos disuadirlos de apoyar al enemigo, la revolución debe dejarles claro que es más fuerte que la contrarrevolución, actuar con decisión y demostrar con medidas concretas contra la burguesía y no con palabras que está dispuesta a llegar hasta el final y vencer. Si además de probar que es más fuerte, la revolución demuestra con hechos a las capas más atrasadas que el socialismo significa una mejora en sus vidas, que las expropiaciones y estatizaciones sólo perjudican a la oligarquía y no a ellos, que incluso pueden verse beneficiados con créditos baratos; vivienda a precios asequibles; tarifas de la electricidad, el teléfono y otros servicios públicos más baratas, la mayoría de estos sectores que hoy están indecisos o incluso votan por la oposición podrían ser neutralizados e incluso ganados.

Pero para ello es imprescindible derrotar antes a la burocracia dentro del movimiento bolivariano y que la clase obrera, con una dirección marxista al frente, entre en escena, se ponga al frente de la revolución y agrupe a todos los explotados en torno a una política genuinamente socialista.

 

La clase obrera y la lucha contra el reformismo y el sectarismo

La clase  obrera venezolana ha demostrado en varias coyunturas decisivas que es la única que puede aglutinar al conjunto de los oprimidos y construir una estructura alternativa al estado burgués. Durante el paro golpista, los sectores más conscientes y avanzados de los trabajadores petroleros agruparon y organizaron a las comunidades, tomaron los centros productivos y los pusieron en funcionamiento bajo control obrero y popular. Esto salvó a la revolución.

En 2003 y 2004 los trabajadores de Invepal, Inveval y otras empresas cerradas tomaron sus centros de trabajo, lucharon por su expropiación (la cual finalmente consiguieron) y los recuperaron y pusieron a funcionar. Esta victoria resultó clave para que el gobierno acometiese nuevas nacionalizaciones y se abriese el debate sobre el control obrero. En 2008 la lucha de los trabajadores de SIDOR se convirtió en un punto de referencia para el conjunto de la clase obrera y de las masas populares en el Estado Bolívar. Ello permitió derrotar los planes de la burocracia estatal y la burguesía para aislarles e hizo posible la nacionalización. Esto fortaleció a su vez la confianza en sus propias fuerzas del conjunto de los trabajadores y de las bases revolucionarias.

Si este potencial que la clase obrera ha mostrado en distintas luchas parciales no ha sido movilizado de manera general se debe a que ninguno de los dirigentes de las distintas tendencias en que está dividida la UNT tiene un programa y un plan de lucha a la altura de lo que los trabajadores necesitan y la situación exige.

Ni Orlando Chirino, ni Marcela Máspero, ni Franklin Rondón, Stalin Pérez o los dirigentes  de la FSBT (Osvaldo Vera, Jacobo Torres, el ex Minsitro de Trabajo Ramón Rivero) han planteado en ningún momento organizar y extender la toma y ocupación de las fábricas cerradas y demandar la estatización de estas bajo control obrero. Tampoco  han presentado un programa vinculando las diferentes luchas obreras a la defensa de la revolución e intentando agrupar tras la clase obrera al conjunto del movimiento bolivariano. Estos dirigentes se han limitado a luchar por conquistar distintas parcelas de poder y ver quien lograba controlar la central. Ello supone que cuando la clase obrera más necesita una herramienta unitaria de lucha, la UNT lleva tres años paralizada como organización nacional. En nuestro documento sindical "La clase obrera y la lucha por el socialismo en Venezuela" explicamos en detalle este papel de freno desempeñado por los dirigentes sindicales.

El ejemplo más claro de  esta bancarrota política lo tuvimos cuando el Presidente Chávez llamó a los trabajadores a ocupar las empresas cerradas. ¿Qué hicieron Orlando Chirino, en aquel momento el principal dirigente de la UNT, y los dirigentes de las demás corrientes de la central? !Nada!. Mirar hacia otro lado.

En 2003 y 2004 los trabajadores de Invepal, Inveval y otras empresas cerradas tomaron sus centros de trabajo, lucharon por su expropiación (la cual finalmente consiguieron) y las recuperaron y pusieron a funcionar. Esta victoria resultó clave para que el gobierno acometiese nuevas nacionalizaciones y se abriese el debate sobre el control obrero y la gestión obrera. La toma de Sanitarios Maracay por los trabajadores en el 2006 seria la referencia fundamental de este proceso; ya que no solo crearon el primer Consejo de Fabrica en nuestro país -hecho de por sí histórico- sino que además los trabajadores pusieron en producción la planta, demostrando por primera vez que la clase trabajadora no necesita patrones.

El alejamiento de algunos de estos dirigentes de las necesidades de la clase obrera ha ido tan lejos que ha llevado a unos (como el ex Ministro Rivero y algunos otros dirigentes de la FBT) a vincularse cada vez más a la burocracia reformista y a otros, encabezados por Chirino, a adoptar un discurso sectario que, en la práctica, sólo ayuda a la contrarrevolución.

Muchos dirigentes de la FSBT han aceptado las posiciones reformistas que niegan el papel dirigente de la clase obrera en la revolución y defienden la economía mixta rechazando, en la práctica, la expropiación o estatización bajo control obrero de las empresas. Uno de los principales dirigentes de esta corriente, Rivero (que para colmo se proclamaba trotskista) tuvo la oportunidad de jugar un papel decisivo al ser designado Ministro de Trabajo. Pero aplicó una política reformista y pro-capitalista, jugando un papel clave en aislar y derrotar la toma de Sanitarios Maracay  y oponiéndose a la lucha de los trabajadores de SIDOR por la nacionalización. Estas y otras actuaciones similares le valieron el rechazo masivo de los trabajadores y salir del cargo por la puerta de atrás.

En el otro extremo tenemos a los dirigentes de la corriente C-CURA, encabezados por Orlando Chirino. Esta corriente en un determinado momento fue probablemente la más influyente de la UNT. Sus principales dirigentes, paradójicamente, también se reclaman marxistas y trotskistas. Pero su política no podría estar más alejada de las ideas y métodos de Marx, Engels Lenin y Trotsky. Chirino y  sus seguidores combinan una acción sindical oportunista y reivindicativista de lo más estrecha en varios conflictos que han dirigido con posiciones políticas cada vez más sectarias y ultraizquierdistas respecto al movimiento bolivariano. Se negaron a participar en el PSUV y califican a éste y al propio Chávez como burgueses. En realidad, con este radicalismo verbal sólo intentan ocultar su oportunismo en la práctica y su incapacidad para defender un programa genuinamente socialista en el seno del movimiento de masas.

El último episodio de la bancarrota política de estos sectarios ha sido hacer campaña de la mano de la oposición en contra de la reforma y la enmienda constitucional. Estas políticas en la práctica sólo sirven para quemar y separar de las masas a los activistas  (afortunadamente cada vez menos) que, por rabia e indignación contra la burocracia, les puedan seguir.

El cuestionamiento dentro del movimiento obrero organizado a las políticas reformistas o sectarias aplicadas por los distintos dirigentes de la UNT a lo largo de los últimos años está creciendo. Muchos dirigentes y activistas de base buscan nuevas ideas, un programa y unos métodos genuinamente revolucionarios que posibiliten a la clase obrera ponerse al frente del conjunto del movimiento revolucionario. Esto se ha expresado en algunos casos en la elección de direcciones que eran vistas por los trabajadores como más a la izquierda y surgidas de las bases.  La lucha por la refundación de la UNT de Anzoátegui, las elecciones de SUTISS o del sindicato petrolero SIBOTIPPECOL en la Costa Oriental del Lago son algunos ejemplos. Al mismo tiempo, tanto en SIDOR como en PDVSA y otras empresas grupos de trabajadores críticos con ese sindicalismo de viejo tipo intentan organizarse desde la base y desarrollar  sindicatos clasistas, Frentes o Consejos de Trabajadores y luchar por el control obrero.

 

¿Medidas "anti-crisis" o medidas para construir el socialismo?

El Presidente Hugo Chávez anunció el sábado 21 de marzo pasado un conjunto de medidas para enfrentar la crisis del capitalismo mundial que es una de las mayores de la historia. Este  plan  se denominó "Plan Anti-crisis". Chávez expreso que estas medidas: "Buscan preservar el empleo,..., la estabilidad y nos permiten fortalecer nuestra economía, incrementar la fortaleza que hemos adquirido para continuar avanzando en la misma dirección".

 

Medidas

Incremento de 20 por ciento en el salario mínimo en 2009: 10 por ciento en mayo, y 10 por ciento en septiembre. Esto afectará también a las Madres del Barrio y los Adultos Mayores (pensionados del IVSS), beneficiando directamente a 2.631.643 personas.

El IVA será incrementado en 3 por ciento, de 9 a 12 por ciento.

Reformulación del presupuesto de un precio del petróleo de 60 dólares a 40 dólares el barril. El presupuesto termina reduciéndose en 6,7 por ciento, de 167.474 millones de Bs.F., bajará a 156.388 millones de Bs.F., recuperándose unos 11 mil millones de Bs.F.

 

Estricta ejecución del gasto público

Eliminación del gasto suntuario en adquisición de vehículos ejecutivos, remodelaciones, mobiliarios, nuevas sedes, publicidad innecesaria, comunicaciones, regalos corporativos, actualización de plataformas tecnológicas, misiones al exterior que no sean necesarias, y agasajos.

Se aumentara el endeudamiento interno previsto en el presupuesto 2009. Actualmente está en 12 mil millones de Bs.F. y se incrementará con 22 mil millones de bolívares fuertes adicionales, alcanzando 34 mil millones de bolívares fuertes.

Dicho endeudamiento se efectuará de forma interna, es decir, mediante bonos o créditos solicitados a la banca o público venezolano.

Se establecerán cotas máximas en las remuneraciones totales en los niveles superiores de los trabajadores del gobierno central y empresas del Estado.

Exhortó a los máximos representantes de los poderes del Estado (Judicial, Legislativo, Ciudadano, Electoral) a revisar sus sueldos y salarios.

Exhortó a los alcaldes y gobernadores a hacer lo mismo, tener cuidado con la contratación de asesores a quienes pagan sueldos altísimos.

Simplificación de las estructuras de algunos organismos. Fusiones en toda la estructura organizativa, en donde sea posible.

Centralizar la tesorería de las entidades financieras públicas.

Fortalecer el sistema bancario público con la nacionalización del Banco Venezuela perteneciente al grupo Santander.

Priorizar la inversión de fondos de desarrollo hacia sectores estratégicos, como la agricultura. En los próximos 4 años, 100 mil millones de dólares serán destinados para la inversión pública para la economía real, y 125 mil millones para la industria petrolera.

Además expreso  que no habrá devaluación del bolívar frente al dólar y no habrá incremento de la gasolina, "aún cuando el precio de la gasolina es el más barato del mundo", expreso Hugo Chávez.

Sin embargo el conjunto de estas medidas "anti-crisis" que ha planteado el Gobierno Bolivariano y que  ha comenzado a poner en práctica para lidiar con la crisis del capitalismo mundial y con las repercusiones que amenazan a la economía venezolana no constituyen, en realidad un plan anti-crisis y posee elementos contradictorios. Se trata más bien de un plan de ajuste fiscal, cuyo propósito central es resolver el problema de la caída de los ingresos petroleros y cuadrar las cuentas fiscales.

El  problema fundamental es que en Venezuela, en un gobierno que expresa la necesidad de construir el socialismo se realizan políticas fiscales en el marco y la lógica del capitalismo, pero evidentemente con elementos contradictorios y positivos, como por ejemplo la nacionalización del Banco Venezuela. El propósito de esta política fiscal capitalista es simplemente cuadrar cifras financieras dejando a un lado la evaluación de las repercusiones o los impactos que esa política fiscal tiene sobre la economía y sobre todo sobre los trabajadores y el pueblo en general. Los presupuestos que se hacen en Venezuela, suelen tomar  en cuenta el crecimiento del producto interno bruto como un simple dato y la inflación como una meta, pero sin ver como se satisfacen las necesidades materiales y espirituales de la población en la construcción del socialismo. El presupuesto se construye bajo la lógica del capital.

Pero además este "Plan Anti-crisis"  no tomó en cuenta las repercusiones sobre el empleo, la inflación, la distribución del ingreso y la necesidad de la expropiación de la burguesía, responsable de la crisis y como construir nuevas relaciones de producción en tránsito al socialismo. El plan no está enfocado en lo esencial, en la construcción del socialismo por eso no es un plan anti-crisis.

Dentro de esta política fiscal consideramos que están: una reducción del gasto público presupuestado para este año, un incremento del IVA, la colocación masiva de deuda pública en el mercado local y un incremento del salario mínimo en dos fases. Consideramos que el aumento del IVA no es una medida anti-crisis ya que permitirá que la economía reciba un impacto inflacionario, cierto impacto recesivo adicional y además una probable caída del consumo; pero lo fundamental es que recibirá un impacto redistributivo de carácter regresivo pues el IVA pecha desigualmente y mucho mas a quien destina su ingreso más al consumo que al ahorro domestico.

Lo que se les quita con el IVA a los que menos tienen, se transfiera en rendimientos a los que más tienen. Esto promueve una suerte de "rentismo financiero" que favorece a esa burguesía estéril venezolana.

Ahora bien, el ajuste de 20% en el Salario mínimo en el 2009 en dos tramos de 10% cada uno, en mayo y otro en septiembre no permite una recuperación sustancial de la caída del salario mínimo real que evidentemente afectara las condiciones de vida de nuestra población y esto debido  a que no existen suficientes controles para disminuir la inflación. ¿Cómo compensan los trabajadores esa pérdida de ingreso real? Es por esto que consideramos que este ajuste salarial no fue pensado para proteger el poder adquisitivo de los trabajadores y atenuar los efectos de la crisis sobre el consumo. Sino más bien parece una medida fiscal para "cuadrar las cuentas fiscales".

La realidad es que la burguesía ha parado prácticamente las inversiones, aumentan los precios, acaparan y especulan con las mercancías de primera necesidad, despiden a los trabajadores, agravando la situación general de los mismos, tercerizan el trabajo y además no quieren el desarrollo del país sino que como "buena burguesía estéril" quieren sus comisiones que les da la burguesía internacional, quedándose esta con el excedente fundamental que genera nuestro país.

El único modo de impedir que la crisis capitalista internacional pueda ser utilizada para atacar al pueblo trabajador y debilitar el apoyo a la revolución es tomando las medidas de expropiación de los capitalistas que hemos defendido a lo largo de este documento. Acabando con las relaciones de producción capitalistas y con la propiedad privada de los medios de  producción, empezando con la estatización de la totalidad de los bancos y las empresas importantes del país  bajo control de los trabajadores para poder planificar democráticamente la economía. Sólo la movilización y organización consciente de la clase obrera al frente del conjunto de las masas que forman el movimiento bolivariano podrá hacer realidad este programa

 

La clase obrera es la clave de la revolución

El intento de los capitalistas y burócratas de hacer pagar los platos rotos de la crisis a la clase obrera provocará una respuesta contundente de los trabajadores. En distintos sectores los capitalistas ya están planteando cerrar empresas, reducir puestos de trabajo y atacar derechos irrenunciables de la clase obrera. Esto se intensificará en los próximos meses. El resultado será poner la toma y ocupación de empresas nuevamente a la orden del día.  En varios actos en que los trabajadores del FRETECO han explicado  como tomaron las empresas durante 2003 y 2004 y las recuperaron hemos visto el enorme interés que despertaba esta experiencia entre el resto de los trabajadores.

Las tomas de Vivex y Mitsubishi sólo son el principio. Estas ocupaciones, dirigidas por camaradas de la célula de la CMR en Anzoátegui con métodos genuinamente revolucionarios, se están convirtiendo en un punto de referencia para otras muchas empresas y sectores. Toyota, en Cumaná, está también en lucha y distintas empresas del sector automotriz se encuentran en crisis y podrían entrar en conflicto en cualquier momento.

Durante las recientes intervenciones del gobierno en la Polar los trabajadores de ésta jugaron también un destacado papel apoyando la intervención y contra los intentos de saboteo de la empresa. Esto se intensificará a  medida que los capitalistas agudicen su saboteo y la revolución tenga que dar respuesta.

En  muchas empresas públicas y privadas los contratos colectivos están vencidos. En el Metro de Caracas, el sector eléctrico, PDVSA, la negociación de los contratos empujará a sectores de la clase obrera a buscar un camino revolucionario para dar con éxito la lucha por sus derechos. La burocracia, espoleada por los propios capitalistas,  además de cargar sobre los trabajadores la crisis, intenta enfrentarles al conjunto de las masas presentando sus aspiraciones como egoístas, aburguesadas, contrarias a los intereses de la revolución y del país, etc.

Como hemos explicado en distintos materiales y artículos, esto es absolutamente falso. Hay recursos suficientes para garantizar las políticas sociales y al mismo tiempo mejorar las condiciones de vida de los trabajadores. El problema es que una parte de esos recursos, en lugar de ir a donde son más necesarios, se malgasta concediendo ayudas y subvenciones a los empresarios privados o simplemente es despilfarrada por la burocracia.

Los sindicatos revolucionarios y clasistas están ante un gran reto. Si la lucha en cada una de estas empresas (sobre todo en las empresas públicas más importantes) se da con las concepciones sindicalistas y reivindicativistas estrechas del pasado y dirigidas por burócratas sindicales (ya sean reformistas o sectarios)  la burocracia tendrá más fácil aislarlas. Para evitarlo, es imprescindible una política revolucionaria que desarrolle sindicatos revolucionarios de nuevo tipo (como han hecho los camaradas de Vivex y MMC en Anzoátegui), que se base en las asambleas de trabajadores y vincule las reivindicaciones económicas y sociales de los trabajadores con la defensa de la revolución, el mantenimiento y mejora de las Misiones y otros gastos sociales, la apertura de los libros de cuentas de las empresas para ejercer el control obrero y la contraloría social, el desarrollo de los Consejos de Trabajadores, ...

 

¿Cómo derrotar a los reformistas? La táctica del frente único

El marxismo no sólo ha elaborado un programa para luchar contra el reformismo sino también métodos y tácticas que a lo largo de décadas de lucha se han mostrado como las más útiles para derrotar a éste.  La más importante de esas tácticas es "el frente único". Lenin la definió con una frase: "marchar separados, golpear juntos". Básicamente, consiste en que, mientras un sector significativo del movimiento de masas siga a dirigentes no marxistas: reformistas, centristas -ya sean honestos o no (por supuesto si son honestos con mayor razón), los marxistas debemos llamar en todo momento a esos dirigentes a luchar juntos contra la burguesía y la reacción. Una de nuestras tareas centrales debe ser la de presentar propuestas concretas de unidad de acción tanto a los dirigentes reformistas como a las masas que les siguen. Por supuesto, al mismo tiempo, defendemos nuestras propias consignas y programa y hacemos todo lo que esté en nuestras manos por difundirlos y hacerlos realidad.

Si los reformistas aceptan (aunque sea parcialmente) nuestros llamados, o deciden dar medio paso adelante, por mínimo y contradictorio que sea, los marxistas debemos apoyar éste, agarrarlo con las dos manos e intentar empujarlo más allá. Si los dirigentes reformistas rechazan la unidad de acción, desoyen nuestras propuestas revolucionarias y se niegan a avanzar queda claro ante sus seguidores que no  ha sido  responsabilidad de los marxistas y se aclaran las auténticas diferencias entre marxismo y reformismo. El objetivo de la táctica del frente único es arrancar a las masas de la influencia reformista y demostrarles a través de su propia experiencia la superioridad del marxismo. Para ello debemos vincularnos por todos los medios posibles a esas masas y superar el muro de calumnias y mentiras que muchos dirigentes burocráticos intentan levantar contra los revolucionarios.

La táctica del frente único fue determinante para que los bolcheviques ganasen la mayoría en los soviets (Consejos de Trabajadores, Soldados y Campesinos que crearon las masas para coordinar su lucha durante la revolución rusa). La consigna planteada por Lenin en Abril de 1917 no fue "Abajo los reformistas" sino "Todo el Poder a los soviets". Pero ¿quién dirigía entonces los soviets? Los mencheviques y eseristas, la burocracia reformista de aquel momento. Es decir, Lenin estaba demandando a los burócratas reformistas que tomasen el poder y llevasen la revolución hasta el final. Al mismo tiempo, los bolcheviques -decía Lenin- debían "explicar  pacientemente" que el único programa que podía resolver los problemas de las masas era la expropiación de los capitalistas y terratenientes y la construcción de un estado revolucionario.

El choque entre reforma y revolución que se ha dado en todas las revoluciones, ha llevado aparejado también en prácticamente todos los casos la represión por parte de la burocracia contra la izquierda revolucionaria. Lo vimos en Rusia cuando el gobierno de Kerensky ilegalizó al Partido Bolchevique, encarceló a varios de sus dirigentes y ordenó al ejército disparar contra las masas que seguían a los bolcheviques. En la revolución alemana de 1918-19 la socialdemocracia de derechas fusiló a revolucionarios como Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht. En la revolución española los estalinistas aniquilaron físicamente a miles de trotskistas, anarquistas y socialistas de izquierda.

La respuesta de los revolucionarios ante las contradicciones internas que existen en el movimiento revolucionario de masas debe ser seguir luchando dentro del mismo armados con el programa y los métodos del marxismo.

Cuando la reacción fascista intentó un golpe de estado en Rusia contra el mismo gobierno Kerensky que había ordenado disparar contra las masas e ilegalizar al Partido Bolchevique, éste -dirigido por Lenin y Trotsky- movilizó a las masas para defender a ese mismo gobierno reformista contra el golpe fascista. En la medida en que supieron hacer esto, y hacerlo con sus propios métodos y su propio programa, se ganaron el reconocimiento y apoyo masivo de los obreros, soldados y campesinos, incluidos muchos de los que hasta ese momento seguían bajo influencia reformista. Esto fue decisivo para conquistar la mayoría en los soviets en los meses siguientes y llegar al poder.

En muchos casos una aplicación concreta del frente único significa trabajar dentro  de sindicatos, partidos y organizaciones de masas dirigidas por burócratas reformistas para defender en su seno un programa marxista. Como planteaba Trotsky cuando explicaba a sus partidarios en Francia la necesidad de entrar al Partido Socialista: "Si la Liga se mantiene al margen y concentra sus esfuerzos en la crítica desde fuera, corre el riesgo de despertar la ira y no la atención de los trabajadores. Recapitulemos una vez más: las masas ven hoy en la unidad la única salvación de sus filas y consideran un obstáculo a todo el que se mantiene fuera de las bases, a todo el que crítica desde el balcón. No tener en cuenta esta poderosa y, en el fondo, sana actitud de las masas, ponerse contra ella significaría la muerte. En los comienzos del movimiento, la tarea de los marxistas consiste en aportar, apoyándose en la ola ascendente, la necesaria claridad de pensamiento y método" (Trotsky, La liga frente a un giro decisivo, Escritos 1934-36)

Durante la revolución española, concretamente en 1934, Trotsky insistió a sus partidarios de la Izquierda Comunista (IC) que entrasen en el Partido Socialista y la Juventud Socialista, que era donde estaban las masas. El ala izquierda del PSOE se declaraba marxista y los dirigentes de la Juventud Socialista  llegaron a pedir a los dirigentes de la IC que entrasen a las organizaciones socialistas para "bolchevizarlas". Pero el principal dirigente de la IC, Andreu Nin, rechazó entrar diciendo que el PSOE era un partido reformista, burgués, que estaba dirigido por burócratas que habían estado en el Gobierno los años anteriores y traicionado la revolución. Estos argumentos sonarán familiares a todos los que hayan leído las declaraciones de los sectarios en Venezuela sobre el PSUV.

Trotsky denunció la política de Nin como una traición a la revolución y rompió relaciones políticas con él. La IC se quedó al margen de la lucha entre izquierda y derecha dentro de las organizaciones socialistas y la dirección de las Juventudes Socialistas acabó siendo controlada por el ala más reaccionaria de la burocracia en aquel entonces: los estalinistas. Esto fue decisivo para proporcionarles una base de masas y derrotar la revolución.

Para Trotsky, en el contexto de los años 30, esta participación dentro de las organizaciones de masas  controladas por dirigencias reformistas era una táctica a corto plazo. Tras la Segunda Guerra Mundial Ted Grant, fundador de la Corriente Marxista Internacional (CMI), explicó que a causa de la nueva correlación de fuerzas surgida a escala internacional era necesario que los marxistas trabajasen por un largo periodo en las organizaciones de masas y luchasen por defender dentro de ellas el programa revolucionario del marxismo. El resultado concreto de la Guerra había sido que el control de las organizaciones de masas de la clase obrera por parte de los reformistas y estalinistas en lugar de debilitado se había visto fortalecido. Los defensores de las auténticas ideas del marxismo quedaron reducidos a pequeños grupos. Para poder vincularse a las bases de las organizaciones de masas los marxistas debemos trabajar pacientemente dentro de estas defendiendo nuestras ideas.

Para ganar el oído de las bases en una organización de masas es imprescindible que los marxistas militemos en el seno de esta, dando ejemplo, construyéndola decididamente al mismo tiempo que defendemos nuestras ideas. Los sectarios ultraizquierdistas rechazan trabajar en cualquier organización que no controlan porque, como decía Trotsky, ven la lucha de clases como una escuela en la que ellos son los profesores y las masas  deben sentarse a escucharles y aprender. Pero la vida no funciona así. En la realidad, los marxistas debemos trabajar en estas organizaciones, incluso cuando se hallan dirigidas por burócratas reformistas, y defender en su seno nuestros métodos y programa de forma paciente y compañera.

En determinadas situaciones algunos sectarios ultraizquierdistas, a causa de la presión del movimiento,  pueden verse obligados a entrar  en organizaciones de masas pero su método es denunciar histéricamente a los dirigentes, acusándolos a cada paso de traidores, burócratas y reformistas. Eso  sólo provoca rechazo e incomprensión de sectores de la base y facilita los planes de la burocracia para expulsarles. Nuestro método para trabajar en las organizaciones de masas en cambio es el mismo que planteaba Lenin respecto al frente único: "explicar pacientemente", presentando propuestas concretas y llamando a los dirigentes de esas organizaciones a aplicar un genuino programa  revolucionario, con el objetivo de que los militantes de estas puedan ver en la práctica las diferencias entre las políticas marxistas y reformistas y ganar audiencia y apoyo para las primeras.

 

¿"Frente Único" o "Frente Único por la base"? Marxismo vs sectarismo

 "Nosotros estamos dispuestos a hacer frente único pero sólo con las bases del chavismo que sean realmente revolucionarias", hemos escuchado decir en más de una ocasión a los sectarios ultraizquierdistas. "Llamamos a los sectores verdaderamente revolucionarios del chavismo a romper con sus dirigentes y luchar por el verdadero socialismo".  Estas posiciones son una copia mala de la política sectaria que defendieron los estalinistas en Alemania en los años 30 y que Trotsky combatió de manera incansable. Aquella política, que ellos llamaban "el frente único por la base" dividió a la clase obrera alemana y favoreció el triunfo del fascismo. Por suerte para la revolución venezolana la influencia de los sectarios en Venezuela está a años luz de la que gozaron los estalinistas en Alemania. Aún así también ha causado algunos destrozos políticos.

Como explicábamos en el apartado sobre el movimiento obrero, cuando Chávez llamó a los dirigentes sindicales a tomar las empresas cerradas los sectarios como Chirino y otros dirigentes de su corriente sindical miraron hacia otro lado y dijeron que todo eran maniobras del gobierno, que no había condiciones,... !Excusas para no hacer nada!. Esta posición es injustificable desde un punto de vista de clase. La única táctica correcta era agarrar ese llamado con las dos manos, llevarlo a la práctica  y demandar al Gobierno la estatización bajo control obrero.

Según los partidarios del "frente único por la base" la tarea del partido revolucionario (en aquel caso en Alemania) era construir una tercera fuerza, auténticamente obrera y revolucionaria, ya que socialdemocracia y fascismo en el fondo eran hermanos gemelos. Exactamente lo mismo plantean hoy los sectarios en Venezuela respecto a la división entre chavismo y oposición contrarrevolucionaria.

Trotsky respondió duramente a estos argumentos. Y ello a pesar de que en el caso alemán la dirección de la principal organización de masas, el Partido Socialdemócrata (SPD), estaba en manos de burócratas reformistas de derechas que habían traicionado el movimiento de las masas en el pasado, esos burócratas estaban desprestigiados ante un sector considerable del movimiento y los estalinistas movilizaban a centenares de miles de trabajadores. Era, por así decirlo, como si en Venezuela al frente de la revolución no estuviese un dirigente honesto como Chávez sino un burócrata reformista.  Aún así, Lenin y Trotsky siempre insistieron en que el frente único no depende de la talla moral de los dirigentes que tengan las masas sino única y exclusivamente de si hay masas que todavía les sigan o no.

 "El Frente Único, ¿comprende solo a las masas trabajadoras o incluye también a sus dirigentes oportunistas? El solo hecho de hacer esta pregunta demuestra incomprensión del problema. Si pudiésemos simplemente unir al proletariado en torno a nuestra bandera o alrededor de nuestras consignas prácticas, y saltar por encima de las organizaciones reformistas, ya fuesen partidos o sindicatos, lógicamente, esto seria lo mejor del mundo. En este caso, el problema del Frente Único no existiría en su forma actual. La cuestión surge de que algunos sectores muy importantes del proletariado pertenecen a organizaciones reformistas o las apoyan. Su experiencia actual es demasiado insuficiente para permitirles abandonarlas y unirse a nosotros. Es precisamente luego de intervenir en aquellas actividades de masas que están a la orden del día, que se producirá un gran cambio en la situación." (L. Trotsky, "Las tácticas del Frente Único", Incluido en "El método marxista", Cuadernos de Formación Política de la CMR).

 

O expropiar a los capitalistas o perder la revolución

La lucha entre revolución y contrarrevolución se ha prolongado más de 10 años, un período excepcionalmente largo. No obstante, esta situación en la que ningún bando logra imponerse de manera concluyente no puede mantenerse mucho tiempo más. Ante la revolución bolivariana sólo hay dos alternativas. O acaba con la propiedad capitalista de los medios de producción y con el aparato estatal heredado de la burguesía sustituyéndolos por una economía estatizada y planificada democráticamente bajo control de los trabajadores y un estado revolucionario basado en Consejos elegibles y revocables de Trabajadores, campesinos, etc. o la revolución verá truncados todos sus objetivos.

La burguesía no tiene fuerza suficiente todavía para intentar derrotar de manera decisiva la revolución. Por el momento su objetivo central sigue  siendo debilitar, frenar y descarrilar la revolución desde dentro, recurriendo a la llamada derecha endógena, y minar su apoyo social. Pero los contrarrevolucionarios burgueses mantienen todas las opciones abiertas y  combinan todas las formas de lucha. En cuanto les sea posible pasarán a una ofensiva frontal (ya empiezan a hacerlo) e intentarán derrotar definitivamente el movimiento revolucionario de las masas y "salir de Chávez". Las masas comprenden esto y harán  todo lo posible para desembarazarse de la burocracia y llevar la revolución hasta el final. El Presidente Chávez, más pronto que tarde, tendrá que elegir.

El único camino para avanzar es basarse en la clase obrera, los campesinos y la juventud revolucionaria para llevar a cabo una lucha decisiva contra la burocracia y completar la revolución. Cualquier otro camino significa arriesgarse a que el saboteo capitalista y burocrático continúe y la correlación de fuerzas, todavía favorable, cambie.

En sus últimos discursos, Chávez ha planteado que el socialismo debe transformar las estructuras económicas e insistió en la necesidad de socializar los medios de producción. También ha amenazado con expropiar a la Polar y otras empresas. Todo esto va en la dirección que desean las masas e indica que quiere avanzar y aplicar medidas que mejoren sus condiciones de vida. Sin embargo, esto no se puede hacer gradualmente ni manteniendo la propiedad privada de los medios de producción. Chávez sólo podrá defender la revolución basándose en la movilización y organización de las masas para llevar a cabo una lucha contra la burocracia que sabotea desde dentro el movimiento bolivariano, construyendo un estado revolucionario basado en los Consejos de Trabajadores y Comunales y expropiando los bancos, las principales empresas y la tierra para ponerlos en manos de los trabajadores, los campesinos y el resto del pueblo.

Si, presionado por los reformistas o por falta de confianza en la capacidad de las masas para edificar ya un nuevo estado, no pasa cuanto antes de las palabras a los hechos, si amenaza a la oligarquía y denuncia a la burocracia pero no toma medidas urgentes y decisivas para eliminar a ambas, tanto una como otra se lo harán pagar caro a él y al conjunto del movimiento revolucionario. El saboteo económico seguirá intensificándose y la base social de la revolución podría seguir desgastándose. Más sectores de las masas podrían caer en el escepticismo y la desesperación y una parte de la vanguardia, frustrada, podría girar hacia el ultraizquierdismo y hacia acciones desesperadas. Un escenario de este tipo representaría una situación de gran vulnerabilidad y peligro para la revolución.

Por supuesto nada de esto está decidido. La lucha no ha terminado. El destino de la revolución, de Chávez y de todos y cada uno de los que participamos en este movimiento revolucionario no está definido por la sencilla razón de que LA REVOLUCIÓN TODAVIA ESTÁ EN MARCHA, es un proceso vivo que nos someterá a todos y cada uno de nosotros (desde Chávez hasta el último militante revolucionario de base) a pruebas decisivas en los próximos meses y años.  Las ideas, programa y métodos que defendamos los militantes y activistas revolucionarios y en particular los dirigentes obreros, nuestra actuación concreta en cada momento, será un factor importante en la  definición del futuro de la revolución.

Como hemos explicado en otras ocasiones, el que Chávez sea honesto y quiera responder a las bases revolucionarias es muy importante pero por sí sólo no es suficiente para ganar. La historia está llena de revoluciones con dirigentes honestos que fueron derrotadas porque carecían de un programa y un método marxista y no fueron capaces de construir en el momento decisivo una dirección colectiva formada por cuadros con una comprensión científica, marxista, de las leyes de la lucha de clases y una estrategia para tomar el poder y acabar tanto con el poder de la clase dominante como con el aparato estatal que ella ha creado. Esa es precisamente la tarea que tiene por delante la revolución venezolana. El tiempo se acorta pero las batallas que se avecinan proporcionan todavía nuevas oportunidades para poder cumplirla con éxito.

 

Las tareas de los marxistas

Muchos activistas revolucionarios miran hacia arriba buscando en el último discurso de Chávez o acción del gobierno la solución a todas estas contradicciones que estamos analizando. Pero la clave de la revolución, en realidad, no está arriba, en lo que decida hacer el Presidente sino abajo, en qué somos capaces de hacer la clase obrera, la juventud revolucionaria, los campesinos, las bases del PSUV.

La revolución no puede depender de un sólo hombre. La victoria de la revolución bolivariana exige que los militantes revolucionarios que comprendemos la necesidad de llevar cuanto antes la revolución hasta el final, acabando con el capitalismo y la burocracia, nos organicemos y nos dotemos de un programa y unos métodos marxistas con los que ganar la mayoría dentro del PSUV y del movimiento bolivariano, presentando al conjunto del movimiento, incluido el propio Chávez,  el  programa y los métodos capaces de garantizar ése objetivo. Estos métodos e ideas sólo pueden ser los del marxismo.

Para jugar un papel determinante en la revolución los marxistas debemos ganarnos el respeto y reconocimiento de las bases del PSUV, la J-PSUV y el conjunto del movimiento bolivariano, construyendo estas organizaciones y luchando en su seno, codo a codo con todos los demás camaradas revolucionarios que forman parte de ellas, contra la burocracia. Como explica Trotsky en "Clase, partido y dirección", los dirigentes burocráticos pueden mantener sus posiciones, incluso cuando su degeneración es evidente, si en el periodo anterior, en el seno mismo del movimiento, los revolucionarios no han sido capaces de formar cuadros capaces de ganarse con su actuación práctica el derecho a ser reconocidos como dirigentes por las masas.

El choque entre la izquierda revolucionaria y la derecha endógena dentro del PSUV y del movimiento bolivariano inevitablemente se va a producir. La cuestión es si cuando tenga lugar los marxistas hemos alcanzado una masa crítica de militantes y cuadros que nos permita jugar un papel determinante en esa lucha. Para ello es imprescindible construir la Corriente Marxista Revolucionaria del PSUV, la J-PSUV y el movimiento obrero.

 "No hay fuerza mayor que la de una idea a la que le ha llegado su hora", decía Víctor Hugo. La hora del marxismo ha llegado. Los jóvenes, trabajadores, campesinos y demás oprimidos en Venezuela están dando un ejemplo maravilloso al mundo de instinto, conciencia de clase y voluntad de llevar la revolución hasta el final. Esta voluntad de lucha, unida al programa y los métodos del socialismo científico, del marxismo, es lo único que puede garantizar el triunfo definitivo de la revolución en Venezuela y empezar a abrir de ese modo el camino a la revolución socialista mundial.

 

SIDOR (Pto.Ordaz, Edo. Bolívar) 15, 16 y 17 de Mayo de 2009

Agradecimiento