¡Basta de amenazas! ¡Basta de sanciones! ¡Manos fuera de Venezuela!

En los últimos días ha habido una peligrosa intensificación de las amenazas y provocaciones de Washington contra Venezuela. El departamento de Justicia de los EEUU imputó al presidente Maduro y a otras autoridades venezolanas de cargos falsos de narcotráfico, entre otras espurias acusaciones. Esto fue respaldado por el Departamento de Estado norteamericano, ofreciendo recompensas de hasta 15 millones de dólares estadounidenses a cambio de “información que conduzca a la captura” de aquellos imputados. Inmediatamente, el presidente de los EEUU Donald Trump anunció el envío de buques de guerra al Caribe, frente a las costas de Venezuela, con el propósito de combatir el “tráfico de drogas”.

Al mismo tiempo, el enviado especial de los EEUU para Venezuela Elliot Abrams y el secretario de Estado de EEUU Mike Pompeo, anunciaron un “marco para la transición democrática” en Venezuela, cuyo primer punto sería la destitución del presidente Maduro de su cargo. 

Seamos claros: esta es la continuación de la tentativa de “cambio de régimen” que inició en enero de 2019, con la autoproclamación de Juan Guaidó como “presidente interino” respaldado por los EEUU.

Por seis meses, Washington utilizó todos los medios a su disposición para derrocar al gobierno del presidente Maduro: hostigamiento diplomático, satanización por parte de los medios, sanciones, embargo petrolero, golpe militar, amenazas de invasión militar, provocaciones en la frontera. Fracasaron estrepitosamente. El presidente Maduro está aún en el poder. Juan Guaidó está desacreditado, vapuleado por acusaciones de corrupción por parte de su propio bando y manchado por los vínculos con bandas narcotraficantes colombianas. 

Ahora, en un año electora en el cual Trump está encarando las consecuencias de su atroz manejo de la pandemia por COVID-19 y una profunda recesión económica, él decide incrementar las amenazas contra Venezuela como una distracción de sus tremendos errores en política interior. 

La idea de que esto tiene algo que ver con “combatir el narcotráfico” es absolutamente ridícula. De acuerdo con la Agencia para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés), el 92 por ciento de la cocaína incautada en los EEUU es producida en Colombia, y el 93 por ciento de la cocaína que llega a los EEUU desde Suramérica viaja a través del corredor México-Centroamérica, con tan sólo el 6-7 por ciento siendo transportada a través del corredor caribeño. Esto plantea preguntarse por qué Washington pone el foco en Venezuela, en vez de señalar   al gobierno de Duque en Colombia y en el corredor Centroamérica-Pacífico oriental, para su bravuconada militar.

Si en circunstancia de normalidad, las sanciones económicas son ilegales e implican la pérdida de vidas, sostenerlas en medio de una grave crisis mundial de salud, cuando perjudican la capacidad de gobiernos como los de Venezuela y Cuba de adquirir los recursos necesarios para combatir al COVID-19, es claramente criminal. En su revanchismo, los EEUU están incluso obstaculizando los esfuerzos del gobierno venezolano de repatriar a ciudadanos venezolanos que viven en los EEUU, quienes actualmente desean regresar a su país. 

Exigimos:

  • El cese inmediato de las amenazas e injerencias de los EEUU en Venezuela. 
  • El levantamiento inmediato de todas las sanciones y del embargo comercial sobre Venezuela y Cuba.
  • La liberación inmediata de los 1200 millones de dólares de oro venezolano retenidos ilegalmente por el Banco de Inglaterra, de forma que puedan ser utilizados de forma inmediata en la emergencia sanitaria. 

 

¡Manos fuera de Venezuela: Ni amenazas, ni sanciones!  

Campaña Manos Fuera de Venezuela, Londres, 6 de abril.

 

Traducido al español por Lucha de Clases – CMI Venezuela

Agradecimiento